Madres - La Opinión de Murcia

2022-09-04 09:22:16 By : Mr. Vincent Huang

Síguenos en redes sociales:

Noticia guardada en tu perfil

A las madres no hay que llevarles la contraria en según qué cosas y en según que estados. Las madres suelen ser pozos de sabiduría y una copia de seguridad de nosotros mismos. Si algún día, Dios no lo quiera, me diera un golpe y por causa de la amnesia tuviera que aprenderme de nuevo, estoy seguro de que mi madre sacaría adelante la mejor versión de mí, que es ser como soy, pero además ordenándome la habitación, recogiendo mis cosas y escribiendo la gran novela española del siglo XXI. Que soy un gran escritor es la pequeña falla en el ‘Matrix’ de mi madre, igual que tu novio velencoso es el de tu madre. Se llama amor incondicional.

Decía Oliviero Toscani que las primeras palabras que decía un niño era ‘mamá’ y, a partir de ahí, se desarrollaba la tragedia. Tragedia, comedia, drama, tragicomedia, melodrama, sainete, esperpento. Esa madre mediterránea de la que disfrutamos tú y yo son la sal de la tierra, como tantas veces nos ha mostrado, entre otros, Almodóvar. 

Irene Vallejo menciona en su Infinito en un Junco que la primera vez en la literatura que un hombre le niega la palabra a una mujer es cuando Telémaco le dice a su madre, delante de los pretendientes, que no hable, que su lugar está en el gineceo. Penélope calló y se recogió modestamente el peplo para retirarse del atrio del palacio de Ítaca, pero el imaginado, o no tanto, autor de la Odisea no recoge el zamarrazo que tuvo que darle Penélope con la lanzadera del telar con el que estaba haciendo y deshaciendo el sudario de Laertes en el momento en que se quedaran solos, diciéndole eso de ‘tú a mí no me hablas así y menos en público, que soy tu madre, que quién te has creído que eres’. Tampoco el ‘Jo, mamá’ de Telémaco, que era un poco zonzo para los padres tan interesantes que tenía.

Ahora que, para mirada heladora, de esas que te echan y no sabes dónde meterte porque cuando llegues a casa vas a sufrir castigo por tu crimen, fue la que le echó María a Jesús en las bodas de Caná. Recordemos que cuando María le insinúa veladamente a Jesús que haga un milagro porque se han quedado sin vino en la boda, le contesta: «¿Mujer, quién eres tú para mí?». Los Evangelios no recogen la reacción de María, santa madre donde las haya, pero sí que lo que le dice a los sirvientes, así, muy tranquila: «Haced lo que mi hijo os diga». Esa es la típica indirecta que te dirige tu madre en público, a ver si te atreves a volver a retarla. El pellizco que le pegó, volviendo de la boda a Nazaret, tampoco está recogido.

También los Evangelios guardan silencio en al menos una situación más. Jerusalén, 12 d.c., se viene la familia de Alejandría a celebrar la Pascua y a la vuelta a Alejandría, a los dos días de caravana que no está el Niño, que también es un poco descuido. Vuelta a Jerusalén y después de preguntar en todos sitios se encuentran al niño perdido, y encontrado en el templo. Sus padres le dicen que por qué les hace esto y Jesús le contesta que no deberían preocuparse porque está en la casa de Su Padre. Así, con todo el cuajo. Ninguno de los Evangelios recoge cómo Jesús se volvió a pescozones a Alejandría, que ya sabes eso de que ‘tú serás Hijo de Tu Padre pero mientras estés en mi casa cumples mis reglas y si no te gusta, ahí tienes la puerta’.

Que eso me ha pasado a mí con mi madre, ni confirmo ni desmiento. Un beso, que en nada nos vemos.

Disfruta de todas las novedades

Noticia guardada en tu perfil

Noticia guardada en tu perfil

Noticia guardada en tu perfil

Noticia guardada en tu perfil

© La Opinión de Murcia, S.A. Todos los derechos reservados